TEMAS DE CLASE
Gestión Cultural El programa hacia una Ingeniería Social en comunicación optó en principio durante los años noventa por un marco conceptual proveniente de la perspectiva constructivista y la cibernética de segundo orden. La visión de lo social en ese caso fue la Sociocibernética. El énfasis está en el aprovechamiento del conocimiento de lo social, en este caso sociocibernético, para la construcción de vida social en dos sentidos elementales, la asociación, sin afectividad, como centro del proceso de vinculación, y la comunidad, donde el afecto es el eje constructivo de la sociabilidad. Se incluyen las operaciones básicas de este proceso de construcción, el contacto, la interacción, la conexión, la vinculación y la comunicación. En esta segunda definición la creatividad se refuerza, y las configuraciones percibidas tienen importantes aspectos administrativos por enfocar. La pregunta técnica de la Ingeniería Social es ¿cómo juntar a la gente?, en esta imagen entran muchas dimensiones y variables. El conocimiento sobre lo social es necesario para visualizar primero lo que sabemos de este proceso básico, la compañía, la relación interpersonal y grupal, la relación social colectiva.
El conocimiento más sistematizado y formalizado es de gran utilidad, todo lo que proviene de las Sociologías, pero también todo el conocimiento proveniente de la sabiduría popular. Un punto de partida podría ser la configuración de las relaciones entre seres vivos encontrada por la Biología y confirmada por la Sociología y la Antropología. Por una parte hay algo parecido a un principio de lucha, de competencia, de conflicto, de dominación. Y por otra, uno de solidaridad, de colaboración, de cooperación, de coordinación. Ambos operan en las mismas ecologías, pero sus efectos son distintos según diversas circunstancias, y sus vectores de composición también varían. El ingeniero social observaría cuando es conveniente para el sistema o subsistema de que se trate la presencia de una combinación de ambos principios más cargada a uno que a otro o en equilibrio de ambos. Y para ello requiere de la observación sistematizada de los científicos sociales aportando los esquemas, las regularidades, los tipos, los modelos, que permiten percibir y construir al mundo social. De ellos aprende el ingeniero para aplicar ese conocimiento a resolver problemas concretos de convivencia, o al diseñar o proponer estrategias de construcción y desarrollo de las relaciones humanas. Si como punto partida entendemos a la Gestión Cultural como la acción que busca la preservación, el mantenimiento y el desarrollo de ciertas pautas de comportamiento y sentido, lo que llaman cultura los antropólogos. En ese sentido es selectiva, escoge, a partir de ciertos referentes sociales, políticos, económicos, o de otro orden, como estéticos o religiosos. Defiende ciertos patrones de conducta y sentido, y deja de lado los demás, en un sentido afirmativo o en una opción negativa. El punto clave del oficio es esa decisión, qué si, qué no, y por qué, y para qué. De inmediato aparece la necesidad de los cómos. Eso sobre lo que decide el gestor cultural es una forma social de unión o separación, y en ese sentido objeto de la acción del ingeniero social. Por tanto la Gestión Cultural es parte del oficio de la Ingeniería Social.
El gestor cultural con su acción une o desune a la gente al intervenir en un sentido afirmativo o negativo en el mantenimiento, la progresión o la desaparición de los rasgos de sentido y las pautas de comportamiento. Sería pertinente que la Gestión Cultural pudiera entenderse como una especialidad de la Ingeniería Social, de tal manera entraría en contacto formal con el contexto constructivo de la ciencia, la técnica, la experiencia y el sentido común, en una matriz constructiva para diagnosticar problemas y diseñar soluciones a esos problemas en forma sistemática, tanto como profesión especializada en ese punto de vista y con un juicio profesional enriquecido y complejizado, tanto como profesión especializada en la interrelación humana, que es lo que le aportaría la visión de la Ingeniería Social Comunicológica. Por tanto la propuesta es que la Gestión Cultural es una forma de la Ingeniería Social en general, y puede ser una forma de la Ingeniería en Comunicación Social en particular. El gestor cultural puede ser un tipo de ingeniero social, no lo es de entrada como un constructor de catedrales no es un ingeniero civil, pero puede serlo, hoy puede construirse como un ingeniero social, como un ingeniero en comunicación social.
2. Ingeniería en Comunicación Social y Gestión Cultural
El argumento básico que se presenta aquí es que se trata de entender primero y de actuar después. Aunque no siempre es posible hacerlo en ese orden. El programa científico hacia una Ingeniería en Comunicación Social pretende que la primera secuencia sea la más común dentro de la racionalidad que la ciencia y la operación científica posibilitan. El primer problema que esto supone se inicia con la tradición que tenemos sobre la imagen de la Ingeniería sustentada sólo en ciencias básicas, y de la comunicación social sólo como parte de las ciencias sociales con base en las humanidades clásicas. En el programa que aquí se promueve se impulsa la construcción de una Ingeniería que no sólo tenga relación con las ciencias sociales, sino con el espacio de reflexión sobre lo social en diversos otros ámbitos y desde diversas epistemologías. Y por otra parte se trata de entender a la comunicación social como algo que no sólo es objeto de las humanidades, sino objeto de la ciencia en un sentido amplio y muchos particulares, incluidos aquellos que promueven las ciencias sociales y las ciencias exactas desde diversos puntos de vista y perspectivas. Si somos capaces de abrir los lugares comunes y articular espacios conceptuales y de acción desde todos los marcos que la imaginación nos permite, entonces estaremos en el mejor camino posible para consolidar a este programa emergente. La primera imagen de la Ingeniería Comunicológica Social a partir de la propuesta general de la Comunicología Posible, supone cinco dimensiones básicas, la difusión, la interacción, la expresión, la estructuración y a observación, y los ejes espacial y temporal que las organizan, no sólo en el sentido de la percepción, sino también de la imaginación y la acción sobre las situaciones que son percibidas desde las cinco dimensiones con los ejes sistémico-espacial y procesal-temporal. En este primer escenario el ingeniero a partir de la percepción adquirida a través de la Comunicología, ciencia de la comunicación, interviene en las situaciones percibidas y las altera hasta donde puede y es pertinente, ya sea en el sentido de reforzarlas o de transformarlas. Esta Ingeniería es posible y la ciencia de la comunicación, la Comunicología, la promueve y la fortalece. Lo demás es parte del propio ejercicio de la acción intencionada de intervención, que tiene sus reglas y sus escenarios posibles de acción, sus metodologías particulares de operación. La Ingeniería Comunicológica Social tiene otro gran escenario de desarrollo, el que proviene de la genealogía de la Etnometodología y el Socioanálisis, y que toma forma en la Comunicometodología.
La comunicación puede ser percibida desde fuera de la situación social en sí misma, e intervenida desde ese punto de vista, lo cual es delicado en un sentido directo asociado a la ética del poder. Pero la comunicación, o lo que la gente perciba como tal, en principio se vive desde dentro de la situación misma, y se reproduce o se transforma desde dentro, y con ello el mundo cambia o no. Sobre este segundo gran escenario es sobre el que se mueve la figura de la Comunicometodología. Y su estatus es paradójico, apunta a una interioridad que en principio es ciega a la mirada exterior de toda observación que se pretenda científica, pero este segundo escenario intenta acompañar a esa interioridad desde una exterioridad que antes de percibir quiere acompañar lo que está sucediendo. Todo lo cual pone en juicio lo que la ciencia tradicional del observador exterior propone, reconoce a todos los actores sociales como observadores legítimos, tanto como observadores individuales y más allá de lo individual. El punto es que lo que para la ciencia común es un nudo ético y metodológico complicado, para la visión comunicológica no lo es. Si además de observar a las situaciones de comunicación, para intervenir en ellas, o para acompañarlas, comprenderlas, hacerlas nuestras, incorporarlas a nuestra propia subjetividad, interactuamos con ellas, superamos así la difícil situación de objetivación, distancia, alteridad, de la ciencia con genealogía positivista, y lo que obtenemos es algo que forma parte de la misma matriz de la comunicación social que estamos observando, las configuraciones de la interacción y la difusión mismas. La Gestión Cultural es una actividad que puede desarrollarse desde diversos puntos de vista, también puede desarrollarse desde la perspectiva de la Comunicología, y dentro del oficio posible de la Ingeniería Social Comunicológica. Si el gestor cultural actúa como ingeniero en Comunicología Social, tendrá como decisión principal decidir cuáles sistemas de información son los que hay que impulsar, debilitar o mantener, lo que en otros contextos se denomina como formas culturales. Y también tendrá como objeto de trabajo a los sistemas de comunicación que permiten que esos sistemas de información progresen o no. Ser un especialista en intervención en sistemas de comunicación desde una perspectiva especializada es posible gracias a la formación en Ingeniería Comunicológica, y esas matrices, esas redes sociales son las que deciden en su acción cotidiana, más allá de lo que el promotor cultural proponga, cuáles son los sistemas de información que se difunden, y en cuáles se convive.
La ciencia y la ingeniería en comunicación le dan al gestor cultural un sustento poderoso para percibir y actuar. El primer apunte sobre Gestión Cultural dentro del proyecto de Ingeniería social en comunicación fue realizado a mediados de la primera década del siglo veintiuno, a partir de las experiencias en los talleres de investigación en la Licenciatura en Desarrollo Cultural, de la Universidad Autónoma de Nayarit (2005), y la Maestría en Gestión y Desarrollo Cultural, de la Universidad de Guadalajara (2006 y 2007), ambos proyectos son la primera experiencia en su tipo en México. En estos seminarios talleres la pregunta principal era explicitar el espacio conceptual de la gestión y la promoción cultural. El método seguido fue la sistematización de proyectos realizados en México durante esos años bajo el título general explorado, hasta llegar a sintetizar las áreas que configuran los grandes cuerpos problemáticos de este campo desde la práctica. El resultado fue la aparición de seis grandes áreas generales del campo de la gestión y la promoción cultural en México: Área I. Estudios Culturales, Área II. Políticas Culturales, Área III. Patrimonio Cultural, Área IV. Promoción Cultural, Área V. Educación Cultural y Área VI. Administración Cultural. Esta experiencia académica formaliza varias décadas de trabajo en seminarios y talleres de capacitación en cultura de investigación con miembros de la comunidad de los gestores y promotores culturales en América Latina, sobre todo en México. El proceso remata hasta ahora en una propuesta de trabajo para el Serial en Promoción Cultural de la Barra de Promotores de 3D2 en el año 2008. En la actualidad está en preparación una especialidad en Gestión y Promoción cultural desde la Ingeniería Comunicológica en la Universidad Intercontinental de la Ciudad de México. Una Ingeniería Comunicológica de la Gestión Cultural se enfoca en principio en los parámetros generales de cualquier ingeniería, el buen diagnóstico de un problema, el buen diseño de la solución a ese problema. En el caso de la perspectiva comunicológica tenemos dos senderos para andar, por una parte el diagnóstico técnico por parte del ingeniero en promoción cultural en solitario; y por otra parte el diagnóstico con la participación activa y definitiva de los miembros de la comunidad en donde se está trabajando. En el primer escenario existen diversas posibilidades, según el lugar constructivo desde donde el ingeniero percibe, en este caso las distintas perspectivas comunicológicas posibles, empezando por las nueve fuentes de pensamiento científico en comunicación que el Grupo hacia una Comunicología posible, GUCOM, ha sintetizado, la Sociología Funcionalista, la Sociología Cultural, la Sociología Crítica, la Sociología Fenomenológica, la Economía Política, la Psicología Social, la Lingüística, la Semiótica, y la Cibernética. El proyecto de la Ingeniería Social en Comunicación en principio se configuró a partir de la Sociocibernética y luego con esas nueve fuentes históricas en el pensamiento científico sobre la comunicación. En el segundo escenario las posibilidades son dos, la de la Intervención y la del Socioanálisis, aunque existe una tercera que las podría combinar. En el primer caso el ingeniero acude al lugar bajo su propia intencionalidad e interviene según su propio criterio o el de la empresa que lo envía. En el segundo caso el ingeniero responde a una demanda por parte de la comunidad. Hay variantes y escenarios especiales, pero este sería el cuadro general. El ingeniero en Gestión Cultural, formado en Ingeniería Comunicológica y Comunicología, percibe al mundo social desde la perspectiva de los sistemas de información y comunicación que lo configuran, y todo lo social puede ser observado bajo esta visión. Su actuación en consecuencia es intervenir la estructuración de los sistemas de información y de comunicación para obtener escenarios distintos al inicial, con la intención de que la información y la comunicación modifiquen la vida social, el comportamiento, las pautas de percepción y acción de los actores sociales en lo individual y lo colectivo. 3. Participación ciudadana en la cultura e Ingeniería en Comunicación Social en la Gestión Cultural El tema de la participación ciudadana en la cultura es una frase redundante, la cultura es lo que permite que haya actores sociales que pueden ser nombrados como ciudadanos, todos los actores sociales son parte de la cultura y participan de ella. Lo que hace suponer que lo que la frase pretende es algo específico ignorando este contexto general. Una hipótesis lógica iniciaría por lo que niega la afirmación, que hay una configuración donde no hay participación ciudadana en la cultura, situación que no existe. Así que la siguiente hipótesis es que el locutor de la frase supone que eso que no existe en una perspectiva conceptual de base, que si existe en otra perspectiva conceptual. Esa perspectiva puede ser de diverso tipo. Imposible identificar sin mayor información cuál sería. Pero dado que ese es el tema aquí propuesto, una exploración se puede ensayar desde un programa conceptual inicial hipotético. El primer marco de esta exploración es la legalidad, el estado de derecho, la configuración de lo que en la ley es un ciudadano. Este es un concepto que proviene en nuestra genealogía de las tradiciones de la modernidad, que suponían estados nacionales construidos por individuos con competencias especiales por derecho, que tendrían una actuación libre, consciente, ilustrada, y responsable en la vida pública. Algo así. Es el momento en que este tipo de individuo no existe aún en nuestro contexto, por lo menos no es mayoría, pero seguimos haciendo alusión a él como si así fuera. Es un objeto del deseo, sobre un país donde cada individuo es un ciudadano, y participa en la vida pública desde todas esas competencias liberales e ilustradas. Este puede ser un primer parámetro de la figura de la participación ciudadana en un marco legal y político. La parte de la frase que alude a la cultura sigue teniendo problemas, no es posible estar fuera de la cultura en un sentido antropológico, somos la cultura que nos permite ser. Por tanto quizás la dimensión que la frase que estamos explorando quiere enfatizar es algo relativo a la política y la cultura, la política cultural. Seguimos en el proyecto de la modernidad. El estado nación configura un territorio donde una ley tiene dominio, y esa ley es administrada por un gobierno que emana también de ella, y esa ley es legislada por los ciudadanos en parlamentos, cámaras de representantes, o algo parecido, de acuerdo con la tradición republicana moderna. Así que el tema de la participación ciudadana en la cultura puede ser el asunto de la legislación pública de las leyes que tienen dominio directo sobre la cultura nacional, o estatal, o municipal. Y esas leyes sobre la cultura están precedidas, y enfatizan ciertas políticas culturales. Parece que la frase empieza a tener sentido. Lo que supone es que no todos los ciudadanos formales, en el entendido que los ciudadanos ideales del proyecto de la modernidad son escasos, tienen acceso a las decisiones sobre las políticas públicas sobre cultura que los va a afectar.
El argumento básico que se presenta aquí es que se trata de entender primero y de actuar después. Aunque no siempre es posible hacerlo en ese orden. El programa científico hacia una Ingeniería en Comunicación Social pretende que la primera secuencia sea la más común dentro de la racionalidad que la ciencia y la operación científica posibilitan. El primer problema que esto supone se inicia con la tradición que tenemos sobre la imagen de la Ingeniería sustentada sólo en ciencias básicas, y de la comunicación social sólo como parte de las ciencias sociales con base en las humanidades clásicas. En el programa que aquí se promueve se impulsa la construcción de una Ingeniería que no sólo tenga relación con las ciencias sociales, sino con el espacio de reflexión sobre lo social en diversos otros ámbitos y desde diversas epistemologías. Y por otra parte se trata de entender a la comunicación social como algo que no sólo es objeto de las humanidades, sino objeto de la ciencia en un sentido amplio y muchos particulares, incluidos aquellos que promueven las ciencias sociales y las ciencias exactas desde diversos puntos de vista y perspectivas. Si somos capaces de abrir los lugares comunes y articular espacios conceptuales y de acción desde todos los marcos que la imaginación nos permite, entonces estaremos en el mejor camino posible para consolidar a este programa emergente. La primera imagen de la Ingeniería Comunicológica Social a partir de la propuesta general de la Comunicología Posible, supone cinco dimensiones básicas, la difusión, la interacción, la expresión, la estructuración y a observación, y los ejes espacial y temporal que las organizan, no sólo en el sentido de la percepción, sino también de la imaginación y la acción sobre las situaciones que son percibidas desde las cinco dimensiones con los ejes sistémico-espacial y procesal-temporal. En este primer escenario el ingeniero a partir de la percepción adquirida a través de la Comunicología, ciencia de la comunicación, interviene en las situaciones percibidas y las altera hasta donde puede y es pertinente, ya sea en el sentido de reforzarlas o de transformarlas. Esta Ingeniería es posible y la ciencia de la comunicación, la Comunicología, la promueve y la fortalece. Lo demás es parte del propio ejercicio de la acción intencionada de intervención, que tiene sus reglas y sus escenarios posibles de acción, sus metodologías particulares de operación. La Ingeniería Comunicológica Social tiene otro gran escenario de desarrollo, el que proviene de la genealogía de la Etnometodología y el Socioanálisis, y que toma forma en la Comunicometodología.
La comunicación puede ser percibida desde fuera de la situación social en sí misma, e intervenida desde ese punto de vista, lo cual es delicado en un sentido directo asociado a la ética del poder. Pero la comunicación, o lo que la gente perciba como tal, en principio se vive desde dentro de la situación misma, y se reproduce o se transforma desde dentro, y con ello el mundo cambia o no. Sobre este segundo gran escenario es sobre el que se mueve la figura de la Comunicometodología. Y su estatus es paradójico, apunta a una interioridad que en principio es ciega a la mirada exterior de toda observación que se pretenda científica, pero este segundo escenario intenta acompañar a esa interioridad desde una exterioridad que antes de percibir quiere acompañar lo que está sucediendo. Todo lo cual pone en juicio lo que la ciencia tradicional del observador exterior propone, reconoce a todos los actores sociales como observadores legítimos, tanto como observadores individuales y más allá de lo individual. El punto es que lo que para la ciencia común es un nudo ético y metodológico complicado, para la visión comunicológica no lo es. Si además de observar a las situaciones de comunicación, para intervenir en ellas, o para acompañarlas, comprenderlas, hacerlas nuestras, incorporarlas a nuestra propia subjetividad, interactuamos con ellas, superamos así la difícil situación de objetivación, distancia, alteridad, de la ciencia con genealogía positivista, y lo que obtenemos es algo que forma parte de la misma matriz de la comunicación social que estamos observando, las configuraciones de la interacción y la difusión mismas. La Gestión Cultural es una actividad que puede desarrollarse desde diversos puntos de vista, también puede desarrollarse desde la perspectiva de la Comunicología, y dentro del oficio posible de la Ingeniería Social Comunicológica. Si el gestor cultural actúa como ingeniero en Comunicología Social, tendrá como decisión principal decidir cuáles sistemas de información son los que hay que impulsar, debilitar o mantener, lo que en otros contextos se denomina como formas culturales. Y también tendrá como objeto de trabajo a los sistemas de comunicación que permiten que esos sistemas de información progresen o no. Ser un especialista en intervención en sistemas de comunicación desde una perspectiva especializada es posible gracias a la formación en Ingeniería Comunicológica, y esas matrices, esas redes sociales son las que deciden en su acción cotidiana, más allá de lo que el promotor cultural proponga, cuáles son los sistemas de información que se difunden, y en cuáles se convive.
La ciencia y la ingeniería en comunicación le dan al gestor cultural un sustento poderoso para percibir y actuar. El primer apunte sobre Gestión Cultural dentro del proyecto de Ingeniería social en comunicación fue realizado a mediados de la primera década del siglo veintiuno, a partir de las experiencias en los talleres de investigación en la Licenciatura en Desarrollo Cultural, de la Universidad Autónoma de Nayarit (2005), y la Maestría en Gestión y Desarrollo Cultural, de la Universidad de Guadalajara (2006 y 2007), ambos proyectos son la primera experiencia en su tipo en México. En estos seminarios talleres la pregunta principal era explicitar el espacio conceptual de la gestión y la promoción cultural. El método seguido fue la sistematización de proyectos realizados en México durante esos años bajo el título general explorado, hasta llegar a sintetizar las áreas que configuran los grandes cuerpos problemáticos de este campo desde la práctica. El resultado fue la aparición de seis grandes áreas generales del campo de la gestión y la promoción cultural en México: Área I. Estudios Culturales, Área II. Políticas Culturales, Área III. Patrimonio Cultural, Área IV. Promoción Cultural, Área V. Educación Cultural y Área VI. Administración Cultural. Esta experiencia académica formaliza varias décadas de trabajo en seminarios y talleres de capacitación en cultura de investigación con miembros de la comunidad de los gestores y promotores culturales en América Latina, sobre todo en México. El proceso remata hasta ahora en una propuesta de trabajo para el Serial en Promoción Cultural de la Barra de Promotores de 3D2 en el año 2008. En la actualidad está en preparación una especialidad en Gestión y Promoción cultural desde la Ingeniería Comunicológica en la Universidad Intercontinental de la Ciudad de México. Una Ingeniería Comunicológica de la Gestión Cultural se enfoca en principio en los parámetros generales de cualquier ingeniería, el buen diagnóstico de un problema, el buen diseño de la solución a ese problema. En el caso de la perspectiva comunicológica tenemos dos senderos para andar, por una parte el diagnóstico técnico por parte del ingeniero en promoción cultural en solitario; y por otra parte el diagnóstico con la participación activa y definitiva de los miembros de la comunidad en donde se está trabajando. En el primer escenario existen diversas posibilidades, según el lugar constructivo desde donde el ingeniero percibe, en este caso las distintas perspectivas comunicológicas posibles, empezando por las nueve fuentes de pensamiento científico en comunicación que el Grupo hacia una Comunicología posible, GUCOM, ha sintetizado, la Sociología Funcionalista, la Sociología Cultural, la Sociología Crítica, la Sociología Fenomenológica, la Economía Política, la Psicología Social, la Lingüística, la Semiótica, y la Cibernética. El proyecto de la Ingeniería Social en Comunicación en principio se configuró a partir de la Sociocibernética y luego con esas nueve fuentes históricas en el pensamiento científico sobre la comunicación. En el segundo escenario las posibilidades son dos, la de la Intervención y la del Socioanálisis, aunque existe una tercera que las podría combinar. En el primer caso el ingeniero acude al lugar bajo su propia intencionalidad e interviene según su propio criterio o el de la empresa que lo envía. En el segundo caso el ingeniero responde a una demanda por parte de la comunidad. Hay variantes y escenarios especiales, pero este sería el cuadro general. El ingeniero en Gestión Cultural, formado en Ingeniería Comunicológica y Comunicología, percibe al mundo social desde la perspectiva de los sistemas de información y comunicación que lo configuran, y todo lo social puede ser observado bajo esta visión. Su actuación en consecuencia es intervenir la estructuración de los sistemas de información y de comunicación para obtener escenarios distintos al inicial, con la intención de que la información y la comunicación modifiquen la vida social, el comportamiento, las pautas de percepción y acción de los actores sociales en lo individual y lo colectivo. 3. Participación ciudadana en la cultura e Ingeniería en Comunicación Social en la Gestión Cultural El tema de la participación ciudadana en la cultura es una frase redundante, la cultura es lo que permite que haya actores sociales que pueden ser nombrados como ciudadanos, todos los actores sociales son parte de la cultura y participan de ella. Lo que hace suponer que lo que la frase pretende es algo específico ignorando este contexto general. Una hipótesis lógica iniciaría por lo que niega la afirmación, que hay una configuración donde no hay participación ciudadana en la cultura, situación que no existe. Así que la siguiente hipótesis es que el locutor de la frase supone que eso que no existe en una perspectiva conceptual de base, que si existe en otra perspectiva conceptual. Esa perspectiva puede ser de diverso tipo. Imposible identificar sin mayor información cuál sería. Pero dado que ese es el tema aquí propuesto, una exploración se puede ensayar desde un programa conceptual inicial hipotético. El primer marco de esta exploración es la legalidad, el estado de derecho, la configuración de lo que en la ley es un ciudadano. Este es un concepto que proviene en nuestra genealogía de las tradiciones de la modernidad, que suponían estados nacionales construidos por individuos con competencias especiales por derecho, que tendrían una actuación libre, consciente, ilustrada, y responsable en la vida pública. Algo así. Es el momento en que este tipo de individuo no existe aún en nuestro contexto, por lo menos no es mayoría, pero seguimos haciendo alusión a él como si así fuera. Es un objeto del deseo, sobre un país donde cada individuo es un ciudadano, y participa en la vida pública desde todas esas competencias liberales e ilustradas. Este puede ser un primer parámetro de la figura de la participación ciudadana en un marco legal y político. La parte de la frase que alude a la cultura sigue teniendo problemas, no es posible estar fuera de la cultura en un sentido antropológico, somos la cultura que nos permite ser. Por tanto quizás la dimensión que la frase que estamos explorando quiere enfatizar es algo relativo a la política y la cultura, la política cultural. Seguimos en el proyecto de la modernidad. El estado nación configura un territorio donde una ley tiene dominio, y esa ley es administrada por un gobierno que emana también de ella, y esa ley es legislada por los ciudadanos en parlamentos, cámaras de representantes, o algo parecido, de acuerdo con la tradición republicana moderna. Así que el tema de la participación ciudadana en la cultura puede ser el asunto de la legislación pública de las leyes que tienen dominio directo sobre la cultura nacional, o estatal, o municipal. Y esas leyes sobre la cultura están precedidas, y enfatizan ciertas políticas culturales. Parece que la frase empieza a tener sentido. Lo que supone es que no todos los ciudadanos formales, en el entendido que los ciudadanos ideales del proyecto de la modernidad son escasos, tienen acceso a las decisiones sobre las políticas públicas sobre cultura que los va a afectar.
Esto supone que se están legislando políticas públicas de un grupo, y que lo que ese grupo representa es sólo a una parte del todo social, y que esas leyes no son buenas por tanto, y que podría haber otras mejores, si todos los ciudadanos participaran en la legislación. El problema aquí es la evaluación de la forma legal de la cultura, y el efecto de esa forma legal en la vida social general. Este es un tema de largo aliento. Un tema muy republicano, donde la ley es el centro de la vida social. Y la cultura debe estar en la forma de esa ley, y esa ley debe ser legislada con la participación ciudadana de todos. Este puede ser el problema, un asunto de leyes, de organización política, de orden legal. Otro tema es si ese es el mejor camino para el trabajo de un gestor cultural. El implícito es que la mejor forma de su trabajo es gestionar la cultura que esas leyes proponen. Es decir, la cultura formateada por ley, donde los gestores culturales son los operadores de ese marco legal. Más o menos lo que sucede ahora en el mundo oficial de la cultura, pero en un supuesto escenario alternativo aparecería además el movimiento de la participación ciudadana general. Puede ser esto lo que supone la frase. Siendo entonces el tema la participación ciudadana total en las decisiones legislativas y las políticas derivadas, puede ser que la figura de las redes sociales pueda ocupar un lugar interesante en esta agenda. Todos somos redes sociales, todos pertenecemos a ellas, en ellas nos desarrollamos, en ellas nos construimos. Por tanto redes sociales y estado nación parecen tener relaciones que pueden alterar las dinámicas contemporáneas de la legislación y de la ejecución de la ley. Las redes sociales tienen una forma en este momento adecuada a la concentración de las decisiones y al ejercicio del poder social. Si la forma social general se modificara de una estructura vertical a una horizontal, el espacio legal y político sería distinto. La participación ciudadana hoy es de cierto tipo, con redes sociales supeditadas a una estructura vertical. La participación ciudadana sería mayor si la estructura se moviera a una figura más horizontal. Ese puede ser el escenario posible para una Ingeniería Social, para una Gestión Cultural que se moviera en el ámbito de la cultura civil, de la cultura política. Las redes sociales por otra parte son objeto de estudio de la Comunicología, y de acción de la Ingeniería en Comunicación Social. Las redes sociales son la vida de los sistemas de comunicación. Otro camino para explorar el asunto es el de la Economía Política, ahí el asunto de la participación ciudadana tiene otros matices. Los ciudadanos no son sujetos de derechos y obligaciones jurídicas, son consumidores y productores de cultura. También se encuentran dentro del marco de la legalidad anterior, pero con el contexto del mercado. El punto aquí es si el mercado se construye por libre oferta y demanda de productos culturales, o hay una ley que prescribe lo que se puede producir y lo que se puede consumir, y lo demás queda proscrito. ¿Quién decide el primer escenario? La libertad de oferta y demanda de objetos culturales percibidos como mercancías. ¿Quién decide el segundo escenario? Los ciudadanos participando en la legislación de las leyes que promoverán o prohibirán lo que se puede y lo que no se puede producir y consumir, de acuerdo con algún interés de orden público. Así se configura en lo general este otro panorama. La participación ciudadana en el contexto de una perspectiva de Economía Política quizás se enriquece con la figura del prosumidor, un actor que produce y consume a la vez, que no está separado como en el proceso económico dominante. Este personaje es posible en el contexto de un nuevo marco conceptual, el que ha ido emergiendo en los estudios de la Cibercultura, dado que es en ese escenario social donde ha sido posible. El punto es que a partir del nuevo concepto y el nuevo contexto que devela es pertinente una prospectiva constructiva de la vida social apoyada en el ciberespacio. De nuevo aparece una perspectiva que puede enriquecer a la participación ciudadana. El ciberespacio permite una estructura más participativa, más interactiva, para ejemplo es suficiente con nombrar el fenómeno de la Wikinomía, donde la cultura de colaboración se ha convertido en un fenómeno paradigmático. Los actores sociales emergentes en una plataforma como el ciberespacio pueden ser más participativos en todos sentidos. La Comunicología percibe estos fenómenos desde la Sociedad de comunicación y la Comunidad de Comunicación. La Ingeniería en Comunicación Social interviene en ellos desde ese contexto. Quedan presentadas dos líneas de exploración del tema de la participación ciudadana en la cultura, desde el Derecho y la Política, y desde la Economía Política. Asimismo, la figura de las redes sociales, promovida desde la Sociología, la Antropología y la Psicología Social, y de prosumidor, desde de Cibecultura y las Hipermediaciones, son dos elementos que vienen a enriquecer el tema. Resta sólo un último comentario sobre la visión del asunto desde la Comunicología y la Ingeniería en Comunicación Social. La Comunicología ha construido una tipología de lo social en donde la configuración de los sistemas de información y los sistemas de comunicación construyen cuatro tipos sociales generales, la Comunidad de Información, la Sociedad de Información, la Sociedad de Comunicación y la Comunidad de Comunicación. El tipo hegemónico en nuestro mundo contemporáneo es el de la Sociedad de Información, individuos y grupos separados, organizados por un sistema de información central dominante, que configura un sistema de comunicación donde ese sistema de información dominante define y determina a todos los demás. Esta es la forma social que se pretende alterar en una perspectiva alternativa y crítica de la participación ciudadana en la cultura. En este sentido el movimiento de la Ingeniería en Comunicación Social iría en el sentido de mover a esta Sociedad de Información hacia una Sociedad de Comunicación, donde una mayor diversidad de sistemas de información pudieran entrar en relación en una configuración de colaboración. La Ingeniería en Comunicación Social forma a la Gestión Cultural como una actividad que en principio impulsa a la Sociedad de la Comunicación frente a la Sociedad de la Información. Y esto es posible por la presencia en esta actividad de un saber comunicológico y una prospectiva de intervención social en ese sentido. Se trata bajo este esquema de trabajo de mover a una sociedad donde la tendencia básica es la de dominación de un sistema de información sobre los demás, a una sociedad donde los diversos sistemas de información convivan y colaboren entre sí. La participación ciudadana en la cultura dentro de un nuevo paradigma de construcción social, involucra a los gestores culturales en la figura de la colaboración, en la promoción de una sociedad de comunicación.
El primer lugar para gestionar a esta cultura de la colaboración, cultura de comunicación, es el propio gremio de la Gestión Cultural. Ese sería un buen principio para un proyecto de mayores proporciones y ambiciones.
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